Confirmado,
las agujetas
del libro de matemáticas
son endémicas.
Sólo recuerdo
una proporción áurea,
los giros de una muñeca
de puntillas sobre el compás
rayando la limpieza
y danzas
de calculadora.
Tres metros,
trescientos centímetros,
trescientos mil milímetros
de distancia
y un volumen de agua
te rebosa en la voz.
Desde el ángulo agudo
de la silla
contra la pared,
con un enigma
por resolver:
la tangente insistencia de esta vieja
que me deja tanto tiempo
para mirarte
antes de corregir las cuentas,
mirarte
como a una fórmula secreta.
SpNt2005 - 2/2/11
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