- No debes preocuparte, nada cambiará. Simplemente, habrá más gente buena y más gente mala. La gente que ha naturalizado el plato de comida sobre la mesa, que lo considera justificado por su propia hambre y no por su labor, que lo ha interiorizado como un derecho innato atribuible y exigible a su lugar de nacimiento, se verá obligada a tomar una posición. Todos aquellos que hoy juegan a ser granjeros de píxels, buscan nuevas experiencias sin apelar a su memoria o pasan su día a día visitando conversaciones insulsas se verán obligados a "animalizarse", y ahí es donde la situación les pondrá en un lugar o en otro. Probablemente incluso antes de que ellos la decidan...
- ¿Y cómo diferenciaremos la gente buena de la mala?
- Imagina a cien personas dentro de una caja de zapatos, los buenos se organizarán para intentar abrir la tapadera para que ellos y el resto puedan respirar, los malos también se unirán, pero para descorchar pulmones. Los que no obtengan alternativas, no encuentren conocimientos heredados para construir nuevas ideas adaptables a la situación de inestabilidad, se verán obligados a colaborar con unos o con otros, serán secuaces, instrumentos al antojo del hambre, súbditos de aquellos que crean poder ofrecerles ciertas posibilidades de subsistencia, el tiempo dirá si son héroes o suicidas. Los buenos suelen pensar mientras el resto habla, hacen preguntas sin dar respuestas; pero al final, los que mejor soporten el hambre son los que dispondrán de mayor tiempo de lucidez.
- Tengo hambre...
- Toma, pero es parte del desayuno de mañana...
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