Pero no me extraña que hoy día, en que hay tan poco respeto ecológico por la naturaleza de las cosas: del clima, de los ríos, de los bosques, de los niños en el vientre materno o de los niños que vienen con alguna malformación y se les aborta, de los ancianos y enfermos que, mirados con “ojos de euro”, consumen más dinero del que producen y se les eutanasia…, ante este panorama tan irrespetuoso con la naturaleza de las cosas y personas, no me extraña que mucha gente crea que practicar la sexualidad es algo sin normas y sin orden ecológico y racional.
De Sexo y agua. (Asco me da)
Los adjetivos tienen muchos riesgos. Aportan juicios de valor.
En este caso, el significado de ecológico ha sido modificado en una misma oración por completo. Comienza refiriéndose a la ecología de la "defensa y protección de la naturaleza y del medio ambiente" y termina jusficando su postura en torno a la definición de ecología como "parte de la sociología que estudia la relación entre los grupos humanos y su ambiente, tanto físico como social".
En este caso, el autor ha utilizado una enumeración para no tener que dar demasiadas explicaciones (supongo); empieza por "el clima" y termina por ancianos a los que "se les eutanasia" (¿eutanasiar?). Ha utilizado el clima, algo común y cotidiano que podemos relacionar fácilmente con el significado más común de ecológico, con la eutanasia, una palabra cargada con una intensa opinión personal.
Esto refleja al mismo tiempo la fragilidad y la flexibilidad de nuestro idioma. Su riqueza. Podemos jugar con él para divertirnos, amar, opinar, persuadir, incluso para herir; pero existe la posibilidad del juego.
En poesía, la polisemia da a las palabras nuevos matices, las otorga de diferentes posiciones.
Encontrar la palabra adecuada puede ser un ejercicio de repaso mental del diccionario bastante intenso, aunque no conviene irse demasiado por las ramas para no perder el hilo, el sentimiento que arrastra hacia afuera.
En mi caso, dispongo de al menos tres criterios para descubrir cuál es la palabra adecuada:
- Longitud: el verso libre es bastante permisivo en este sentido. Aún así, el ritmo viene marcado por el silencio entre palabras, los espacios en blanco también pesan en el ritmo, hay que marcar los puntos en los que se toma aire. Es lo que hace diferenciar la lectura de un poeta de su poema y cualquier otro lector, él es el único que sabe qué carga de entonación o velocidad tiene cada palabra o cada verso. De hecho, creo que es obligatoria una pausa al final de la estrofa, cosa que yo no hago siempre, lo que significa que yo no sé escribir para ser leído por alguien que sepa leer poesía.
- Significado: es imprescindible que aporte un sentido al final del poema, no siendo imprescindible que tenga relación con el resto del verso; la relación entre significados aparentemente sin sentido construye ideas que de otra forma no podrían ver la luz. Para mí, un poema no son cuatro paredes, es un hogar.
- Musicalidad: con musicalidad me refiero a los fonemas, los sonidos de las letras. Una palabra es a priori un elemento aislado, pero tiene que formar parte de una estructura fonética, en esto juegan un papel fundamental las vocales, que son las que marcan a través de la sonoridad la importancia de una palabra sobre otra, un significado sobre otro. Es quizás lo que realmente tenga más sentido buscar en una palabra.
En mi caso, busco primero musicalidad (dejarse llevar por la corriente) y después significados, teniendo siempre fija la intención de no usar palabras muy largas si no es para romper el ritmo del poema y buscar una vuelta al origen o desvariar hacia tierra de nadie.
Por regla general, la musicalidad y los significados no suelen ser complementarios; es ahí el lugar en el que entran los matices y las correcciones posteriores a mis últimas poesías (las primeras poesías que escribí son como son y punto). En algunas poesías busco la máxima altura con el menor número de piezas, en otra una gran base que cave un agujero en el suelo... pero eso ya son descripciones que forman parte del juego.
Yo busco colores, hacia arriba, hacia abajo o hacia el centro. Matices de colores que aún no existan.
¿Juegas a encontrar?
Los adjetivos tienen muchos riesgos. Aportan juicios de valor.
En este caso, el significado de ecológico ha sido modificado en una misma oración por completo. Comienza refiriéndose a la ecología de la "defensa y protección de la naturaleza y del medio ambiente" y termina jusficando su postura en torno a la definición de ecología como "parte de la sociología que estudia la relación entre los grupos humanos y su ambiente, tanto físico como social".
En este caso, el autor ha utilizado una enumeración para no tener que dar demasiadas explicaciones (supongo); empieza por "el clima" y termina por ancianos a los que "se les eutanasia" (¿eutanasiar?). Ha utilizado el clima, algo común y cotidiano que podemos relacionar fácilmente con el significado más común de ecológico, con la eutanasia, una palabra cargada con una intensa opinión personal.
Esto refleja al mismo tiempo la fragilidad y la flexibilidad de nuestro idioma. Su riqueza. Podemos jugar con él para divertirnos, amar, opinar, persuadir, incluso para herir; pero existe la posibilidad del juego.
En poesía, la polisemia da a las palabras nuevos matices, las otorga de diferentes posiciones.
Encontrar la palabra adecuada puede ser un ejercicio de repaso mental del diccionario bastante intenso, aunque no conviene irse demasiado por las ramas para no perder el hilo, el sentimiento que arrastra hacia afuera.
En mi caso, dispongo de al menos tres criterios para descubrir cuál es la palabra adecuada:
- Longitud: el verso libre es bastante permisivo en este sentido. Aún así, el ritmo viene marcado por el silencio entre palabras, los espacios en blanco también pesan en el ritmo, hay que marcar los puntos en los que se toma aire. Es lo que hace diferenciar la lectura de un poeta de su poema y cualquier otro lector, él es el único que sabe qué carga de entonación o velocidad tiene cada palabra o cada verso. De hecho, creo que es obligatoria una pausa al final de la estrofa, cosa que yo no hago siempre, lo que significa que yo no sé escribir para ser leído por alguien que sepa leer poesía.
- Significado: es imprescindible que aporte un sentido al final del poema, no siendo imprescindible que tenga relación con el resto del verso; la relación entre significados aparentemente sin sentido construye ideas que de otra forma no podrían ver la luz. Para mí, un poema no son cuatro paredes, es un hogar.
- Musicalidad: con musicalidad me refiero a los fonemas, los sonidos de las letras. Una palabra es a priori un elemento aislado, pero tiene que formar parte de una estructura fonética, en esto juegan un papel fundamental las vocales, que son las que marcan a través de la sonoridad la importancia de una palabra sobre otra, un significado sobre otro. Es quizás lo que realmente tenga más sentido buscar en una palabra.
En mi caso, busco primero musicalidad (dejarse llevar por la corriente) y después significados, teniendo siempre fija la intención de no usar palabras muy largas si no es para romper el ritmo del poema y buscar una vuelta al origen o desvariar hacia tierra de nadie.
Por regla general, la musicalidad y los significados no suelen ser complementarios; es ahí el lugar en el que entran los matices y las correcciones posteriores a mis últimas poesías (las primeras poesías que escribí son como son y punto). En algunas poesías busco la máxima altura con el menor número de piezas, en otra una gran base que cave un agujero en el suelo... pero eso ya son descripciones que forman parte del juego.
Yo busco colores, hacia arriba, hacia abajo o hacia el centro. Matices de colores que aún no existan.
¿Juegas a encontrar?
Nota:
Esta entrada es totalmente cuestionable, no es más que un primer intento de teorizar qué significa la poesía en base a mi experiencia personal.
El auténtico espíritu de Dulce de afluentes.
Esta entrada es totalmente cuestionable, no es más que un primer intento de teorizar qué significa la poesía en base a mi experiencia personal.
El auténtico espíritu de Dulce de afluentes.
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