Empiezo con una noticia publicada el 16 de agosto de 2010 en La Voz de Almería: "Cala de San Pedro: 40 denuncias y lleno total" (.pdf):
"El pasado 9 de agosto, el Puesto de la Guardia Civil de San José, en Níjar, recibía la denuncia número 40 por acampada ilegal, construcción de habitáculos y hogueras en la Cala de San Pedro, un lugar privilegiado de la costa almeriense (...) La denuncia (ha sido) interpuesta por el propietario de la finca en la que se asienta este precioso rincón, Daniel Navarro (...) cientos de personas acampan a lo largo de los meses de verano en la pequeña cala y proliferan los establecimientos de todo tipo, incluida una especie de panadería.
La cala de San Pedro es un pequeño paraíso. Es una pequeña cala de aguas cristalinas, arena fina y verde. Tiene un nacimiento de agua dulce que han aprovechado los que viven allí de forma permanente para regar las plantas. Es una playa del Caribe junto a una pequeña selva.
Hasta hace unos años había permanecido virgen debido a que sólo es posible acceder a la cala a través de un camino de cabras (45 minutos a pie -sólo ida-) o en barco (12-15 euros ida y vuelta). Con el paso de los años, este lugar ha ido ganando su merecida popularidad; cada verano aumenta el número de visitantes que duermen en la playa (en tiendas de campaña) durante días, semanas, incluso meses.
¿Es esto un problema? No lo sé. Lo único que sé es que cada acción de cada uno de los que estuvimos allí tenía una gran responsabilidad para con el resto de la gente y el lugar, o al menos, yo lo sentí así: no se debe utilizar jabón con detergente para ducharse, cada uno debe enterrar su mierda (aunque no todo el mundo lo haga), hay que llevarse la basura de vuelta a la civilización,...
La primera vez que fuimos tuvimos la oportunidad de conocer a uno de los habitantes permanentes de la cala; nos contó que llevaba un mes allí, que pensaba construirse una pequeña cabaña con sus propias manos, hecha con materiales de la zona, "como antiguamente se hacía". Nos advirtió de que si queríamos comprar comida, fuéramos a San José, un pueblo cercano, ya que en Las Negras, el pueblo del que parte el camino hacia la cala, el precio del arroz, por ejemplo, es de aproximadamente el doble. Para ganar algún dinero, prepara tortas con chocolate y pasea por la playa durante la tarde para venderlas. Otros fabrican colgantes y pendientes con tiras de cuero, o venden pan recién hecho,...
Cualquier persona que realice cualquier actividad comercial debe pagar impuestos. Si un periódico holandés, similar a "La Farola" en España, vendido por inmigrantes para subsistir, ha sido prohibido, poco queda que decir. Recientemente, el alcalde de Philadelphia ha exigido 300 euros de licencia por practicar una actividad comercial a los blogueros, sólo por poner publicidad en su página web...
Pero, ¿si ese dinero es lo justo para sobrevivir? Quizás alguno de los extranjeros que viven allí sean multimillonarios hippies y simplemente quieran vivir como Tarzán... Pero no creo que sean la mayoría. Quizás Daniel Navarro, el propietario de la finca, aunque en ningún caso de la playa, sea el propietario de una de las tres casas hechas con ladrillo de la cala y en lugar de dedicarse a poner música y vender cervezas a dos euros (como en una de ellas) prefiere echar a toda aquella panda de desvergonzados de allí para retirarse con su mujer al llegar la vejez, a saber. Sea cual sea su voluntad, está en su derecho, para algo existe la propiedad...
Se podría pensar que la policía no "visita" la cala, pero no es el caso.
La segunda vez que fuimos, hablamos con otros habitantes permanentes de la cala sobre un hecho ocurrido esa misma mañana. Al parecer, varios policías hicieron todo el camino a pie, pusieron cuatro multas por acampada ilegal y volvieron a recorrer el camino: una hora y media andando para poner cuatro multas, aún cuando en la playa había muchas más. Absurdo ¿no les parece? No hay otra forma de entender este hecho como una llamada de atención, un "¡eh! Seguimos aquí". No era el primero, los habitantes nos contaron que hace unos años pensaron que les iban a echar de allí; "llegaron un montón en barco y en helicóptero con uniforme de antidisturbios, con porras"; para practicar maniobras. Sólo los juntaron a todos en la fuente y les pidieron los documentos de identificación.
El debate, volviendo a la noticia, gira en torno a las vías de acceso:
"La dificultad del acceso (...) es uno de los aspectos que le convierten en un lugar tan especial y, también, la causa a la que el alcalde, Antonio Jesús Rodríguez, alude para justificar lo difícil de controlar la situación. En su opinión, la única solución sería abrir una carretera que llegara hasta la cala, 'un acceso controlado y restringido a vehículos oficiales y de emergencia'. (...) Daniel Navarro, es totalmente claro: 'Estoy en contra de una carretera que permita el paso de tráfico rodado poruqe se convertiría en una fuente de privilegios sólo para algunos, como ya está pasando en otras playas de la zona'. En su opinión lo que hay que hacer es abrir 'un camino de caballos, de un metro de ancho, pero en buenas condiciones. No se debe permitir el acceso en coche'."
En este sentido, no puedo estar más de acuerdo con Daniel Navarro. El acceso no es tan complicado gracias a los barcos (que son los que más ganan en todo esto), que debería ser el limitador del acceso a la playa. Si se reduce el número de barcos que van a la playa, más gente deberá ir andando, menos gente irá, y para menos días (el peso es una variable muy importante durante el camino). Los habitantes permanentes no creo que sean un peligro, simplemente quieren vivir de una forma diferente, con sus riesgos (no hay escuela ni centro médico) y sus beneficios (esa playa es lo primero que ves al despertar).
Lo único cierto es que cada persona a la que le pregunto me dice que antes era mucho mejor, y no sé hasta qué punto puede evitarse su degradación. En cualquier caso, no queda más que confiar en nuestra propia especie...
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Actualización: 9/9/2010 - 11:18
Una definición de paraíso sería aquel lugar al que la acción del hombre aún no ha llegado. El paraíso es un lugar virgen, que conserva la belleza propia de las especies que le otorgaron de vida.
Curioseando he encontrando una charla de Rachel Sussman, que lleva viajando 5 años por el mundo a la caza fotográfica de organismos con más de 2000 años de vida.
El vídeo sólo tiene subtítulos en inglés, pero para aquellos que aún no nos defendemos demasiado (aunque los subtítulos ayudan), podéis ver las fotos aquí y seguir el proyecto aquí.
Hola. Yo iba mucho hará 10 o 12 años. Tengo pensado ir ahora una semanita, a ver cómo me la encuentro y si no aparece la Benemérita, jejeje...
ResponderEliminarUn abrazo
hola, yo y mi pareja estuvimos este verano, y solo decir que es una cala preciosa. La forma de vida, de la gente que vive de forma permamente es asombrosa. En cuanto llegas sientes el buen rollo que hay. Sientes ese calor humano y la simpatía de todos. Cada uno esta a lo suyo, nadie se mete con nadie, pero todos se ayudan entre todos.Es totalmente diferente a la que se vive en una ciudad. Solamente espero volver algun dia.
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