¡Qué rápido pasa el tiempo!
¿Cuántas veces nos habremos parado a pensar eso mismo? Los días pasan con una fugacidad casi estelar y el horario de sueño es una mera cuestión de azar: tirar los dados y que caigamos rendidos de sueño antes de ver la cifra de carácter vinculante: la Verdad.
Es quizás la única razón que me ha mantenido activo durante el último mes, si menospreciamos injustamente algún enfado ocasional, el arte y compañía de un buen amigo, algún milagro dentro del metro con tintes a sagrado rito de lluvia, madrugadas de mirada blanca, algún que otro más dentro de internet, gratas sorpresas más bien. La mayor parte del tiempo solo. Y, cinco minutitos de posible amor. No más.
He caído rendido de sueño antes de ver el resultado del segundo dado. El que nunca dependerá de mí, por suerte y por desgracia. Por si acaso, nada más despertar lo he tapado con la manta para congelarlo y lo he escondido bajo la cama. Así sólo me sorprenderá en sueños, nunca desprevenido. Hasta que sea demasiado tarde. Tristemente, no me preocupa. Sinceramente, no me importa si sigue ahí cuando vuelva. Sé que nadie limpiará mi habitación durante mi ausencia y la suerte, por desgracia, siempre está echada, siempre está perdida y hay que esperar a que se encuentre a sí misma.
Hablando de nada,... y escribiendo de todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario