lunes, 30 de noviembre de 2009

El Prado

Como por arte de magia se ha desviado mi camino, imantado por otros planetas verdes, azules, vivos. He atravesado las pinceladas de los abismos de Goya, sus ironías; los finos bordes de la delicadeza de Velázquez, la profunidad de su mirada; y me ha bastado para iniciar un hermoso descenso. El resto de espacios han quedado ausentes hasta la próxima cita. Espero que no se hayan molestado.

Será en breve, pero la próxima clase magistral de mitologías acrílicas y paredes de una casa sorda ha de ser acompasada por el olor de mi cuaderno de bitácora, así podré desempañar el vaho del anverso de las páginas y escribir tranquilo, rodeado por el silencio de memoria que dedicaron los cuasi perfectos a transcribir sus universos. Y llorar por las víctimas del fuego.


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