jueves, 29 de julio de 2010

Cautiverio



"La mujer, a la que los investigadores identifican como LI1, no puede hablar ni moverse en absoluto, pero después de meses de silencio ha conseguido escribirle una carta a sus hijos gracias a un dispositivo desarrollado por un equipo del Instituto Weizmann de Ciencias. El mecanismo, que se ha mostrado eficaz en otros casos, aprovecha la única vía que la paciente puede controlar: la respiración a través de la nariz."

Padecer síndrome de cautiverio es permanecer encerrado en el interior de uno mismo, estar paralizado de pies a cabeza, con la mente intacta. Imaginar qué significa es algo que pone a prueba mis propios límites.

De pequeño nos hacíamos la pregunta de si tuviéramos que perder un sentido y pudiéramos elegir, cuál escogeríamos; yo simpre elegía el olfato. La vista y el oído son imprescindibles y el tacto y el paladar maravillosos. Es un juego absurdo. La comunicación es lo único que tenemos miedo de perder. Y sea cual sea el sentido escogido, perderíamos una gran porción de nuestra vida.

Por suerte, el ser humano siempre intenta sobreponerse a todo.

En el capítulo 19 de la quinta temporada ("Encerrado") de House, Dan Attias nos pone en esta situación con una maestría en la dirección sencillamente impecable. La mayor parte del capítulo sucede desde los ojos de nuestro protagonista mientras permanecemos inmóviles, incapaces; no podemos cambiar el ángulo de la cámara, sufrimos con el personaje... vivimos su lucha. Además, en el pack de la quinta temporada, entre los extras podemos encontrar un audiocomentario del capítulo con el guionista y productor David Foster y los guionistas y productores ejecutivos Russel Friend y Garret Lerner.

Y aún mejor es La mariposa y la escafandra, basada en la novela homónima (aquí puedes leer las primeras páginas) de Jean Dominique Bauby, inspirada en su propia experiencia. Siendo redactor-jefe de la revista de moda Elle, el 8 de diciembre de 1995, sufrió un repentino accidente cerebrovascular de tipo masivo, cuando recupera la conciencia (veinte días después) se encuentra totalmente paralizado y sin posibilidad de poder hablar. Sólamente puede hacer un movimiento voluntario: abrir y cerrar el párpado de su ojo izquierdo. Tardó un año y diez meses en escribir la novela, con sólo un ojo.

En ambas producciones podemos escuchar en qué piensa el enfermo, su impotencia ante su incomunicación, una ironía luchadora que parte de la desgracia, del "nada puede ir peor".

Se aprende mucho de la vida, y todo aquello que favorezca la comunicación, sacar aquello que uno acumula tanto tiempo dentro sea por las razones que sea, es una buena noticia.




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