Aterriza el avión
como una pluma
sobre un terremoto.
Gira su cabeza para encontrar
su hueco en mitad del nido,
conectan el cordón umbilical
y nos convertimos en linfocitos;
la nueva nodriza ilumina
nuestros rostros dirigidos
por números infinitos.
Esta vez hemos llegado
sanos y salvos
a otra parte del sistema nervioso.
Comienzan a pasar efecto
los defectos de las pastillas
para el mareo.
Volvemos a ser impulsos electromagnéticos.
SpNt2005 - 27/8/11
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