La Historia la escriben los vencedores.
Anónimo.
Anónimo.
El ser humano es una especie más en este planeta, su valor biológico (valor como medida de lo infinito) es incuestionable, pero no vale más que los lobos, los osos polares, la garza, el esturión; incluso me atrevería a decir que nuestro ADN tiene el mismo valor que el de cada tipo de hierba, arbusto o árbol.
Sin embargo, se negocia con parcelas en la rebosante selva del Amazonas, se compran terrenos con más de 217 especies de árboles distintas para sembrar palma... eso que aliña el ketchup y que ha conquistado un gran número de estantes en cada supermercado. Está justificado, por el mercado, y refutado por la pantallita, que define un acto de supervivencia de un león como un atentado contra la delicada seguridad de las últimas chozas que se han construido.
Las especies no nos atacan, se defienden.
Somos la especie vencedora, disponemos del sistema vencedor (el que en su naturaleza lleva impregnada la proliferación de vencidos) y ambiciones suicidas. Hemos vencido hermanos humanos. Somos la plaga que no controla su extensión. Hemos superado la milagrosa cifra de seis millones y medio de individuos, aunque la inmensa mayoría de nosotros haya nacido para ser máquina.
Es un milagro sólo alcanzable a lomos del capitalismo, de las grandes multinacionales, guiados por el espíritu individual del rancho: mi casa y mi terreno. Todo ha salido a pedir de boca, tanto que creceremos hasta los nueve millones en 2050 cuando, para ser biológicamente sostenibles, deberíamos ser poco más de tres millones. Pero lo hemos conseguido. Todos somos iguales. Amos o esclavos.
Los últimos indios sobrevivieron gracias al turismo y hoy día unos con vestimentas masais dirigen un hotel en mitad de la sabana. Las tribus aborígenes primigenias del planeta están siendo extinguidas, si no física, culturalmente; un desliz, económicamente. Es la ideología de la Economía. Terminaremos por fin con los conflictos raciales en los países desarrollados donde se apartan a patadas a los inmigrantes africanos y sudamericanos, ¿por qué?; los esclavos negros no murieron porque fueron absorbidos por el sistema, la igualdad era necesaria dentro del sistema para crear la economía de consumo con seguridad, la economía del Sueño Americano, dejó de soñar en ser blanco para soñar con ser rico. África son las afueras del castillo medieval bien custodiado por Occidente.
El Sueño Americano... si el total de la población tuviera el mismo ritmo de consumo que los Estados Unidos de América, serían necesarios tres planetas para abastecer a toda la población. Hemos vencido.
Somos la especie regida por las ambiciones de la ideología del liberalismo económico que ha convertido al resto del planeta en su territorio, en un inmenso campo de cultivo y establos superpoblados, con pequeños zoos bajo el necesario (¿indicio de autorregulación?) sobrenombre de Reservas Naturales, mientras por las altas esferas se debate a qué especies debemos salvar "¿los carismáticos o todos?" Es triste que hayamos llegado a hablar sobre la rentabilidad de la supervivencia de una especie. El sistema ha vencido. Hemos vencido. Hemos vencido naciendo esclavos. Hemos vencido, la televisión emite veinticuatro horas y la Pandora digital florece, no hay motivo para arrepentirse...
Miradnos extraterrestres, hemos vencido... vencido...
un enero en Granada
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