lunes, 27 de septiembre de 2010

Polvo

El polvo es esa materia que tiende a posarse en todo aquello que una madre ve. Y le irrita, un grano de arena sobre una figurita de porcelana no es polvo si no irrita, es un poquillo de mierda. Pero cuando la imagen global contribuye a no discernir entre unos pocos poquillos de mierda y el resto, ahí está nuestra madre, en una infinita lucha que siempre nos coge sin hacer nada, y ellas lo saben, y lo aprovechan para encontrar en su descendencia unos aliados estratégicos. Si no, no serían madres y nosotros unos cerdos.

En grandes cantidades, con un poquito de viento y sin ningún vegetal que lo sujete a la tierra, gran cantidad de polvo puede viajar a lo largo de todo el planeta, desde el Sáhara hasta Groenlandia y desde China hasta Europa. Concretamente, entre 2.000 y 3.000 millones de toneladas anuales. Gracias a ello, podemos contemplar imágenes tan espectaculares como esta.


tormenta de arena, tormenta de arena desde el aire

Es una fotografía de la tormenta de arena que atravesó el 22 de abril el desierto del Sáhara y Sahel, una región de praderas semiáridas que bordea el gran desierto por el Sur. La mayor parte, unos 770 millones de toneladas de polvo anuales parten desde el Sáhara, con un polvo más prístino, lo que pone a este desierto en el punto de mira de los investigadores. Aún pueden mejorar los sistemas para diferenciar claramente los orígenes de sus tormentas.

La imagen fue tomada por el Moderate Resolution Imaging Spectroradiometer (MODIS), instalado en Aqua, satélite de la NASA citado en una entrada anterior sobre el aumento de monóxido de carbono en la atmósfera.

Los satélites nos han permitido ver tormentas de arena, incendios, inundaciones,... desde una perspectiva cenital, como si miráramos desde arriba con un microscopio gigante qué pasa a la altura de nuestros pies, porque estas cosas pasan aquí al lado. Si no que se lo pregunten a Bob Poole, cámara de National Geographic. Durante su viaje a Mali para filmar a los elefantes en el desierto se encontró con esta evocadora y terrorífica imagen de película de acción.




(Vía Fogonazos)


La mayor parte de estas ingentes cantidades de polvo termina en el mar. En la superficie cubren zonas de cultivo y las dejan estériles, de forma que contribuyen al aumento en el problema global de la desertización.

Sin embargo, más arriba, para la formación de nubes es necesario un poco de polvo. Debe ser de un tamaño concreto y estar en la concentración adecuada, pero sin "aire sucio" no habría ni una sola nube o sólo nubes de hielo a gran altitud.

El polvo se necesita para crear núcleos de condensación, sitios en los que el vapor de agua puede condensarse en forma de líquido o sólido (los mejores núcleos se forman a partir de sales marinas y arcilla). Con las cantidades adecuadas de vapor de agua y polvo en una parcela de aire, sólo falta que se enfríe hasta volver a la superficie en forma de gotas de nube o cristales de hielo.

Es cíclico



y no sólo porque las madres se han empeñado en que así sea. Aunque es mejor que no sepan que el aire más limpio de la Tierra contiene alrededor de 1.000 partículas de polvo por metro cúbico...

Nada que pueda frenar el afán de recuperar el color prístino del salón de una madre.

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