miércoles, 13 de enero de 2016

Sólo prosa, y si es mala


La traducción de mayor envergadura de todas las abordadas -y concluidas- por Rilke es sin duda alguna la del poema épico medieval La canción de Igor (el título completo es Canción de la banda de Igor). En la carta a Sofía Shil de febrero de 1900, Rilke da la primera noticia de ese trabajo, que no concluirá hasta muy avanzado el año 1904. Aunque se trata de un poema, Rilke hizo la traducción en prosa. Sin duda alguna, Rilke advirtió la proximidad de este canto medieval y La canción de su Alférez Christoph Rilke: en ambos hay amor, lucha, heroísmo, derrota, y todo ello centrado en un joven militar.

Otros poemas traducidos por Rilke eran obra de esocritores del siglo XIX: Mijail Lermontov, Nikolai Berg, Alexei Tolstoi, Zinaida Hippius, Fiodor Tchutjev, Spiridon Drojin. También tradujo, sin hacer constar su nombre -porque así se lo pidió la traductora del drama de Fiodor Sologub Rehenes de la vida-, los poemas que forman parte de la obra teatral. Lo que Rilke busca en todos los casos es el traslado de los valores poéticos a su idioma propio. Sacrifica la literalidad y recrea el poema. La palabra alemana nachdichten -que tanto gusta a Marina Tsvietáieva- no tiene equivalente español: es algo así como repoetizar, convertir un poema en otro, en un verdadero poema escrito en un idioma distinto -no en un texto inexpresivo escrito en renglones cortos-. Rilke era muy consciente de que traducir poesía -en sentido estricto- es una tarea imposible. "Sólo se puede traducir la prosa, y cuando es mala -dice en una carta a su editor Anton Kippenberg-; pero ni siquiera la mala poesía puede traducirse, porque los poemas son cosas en que cada palabra, la determinación de cada palabra y de su tono, está fijada de una manera tan exacta y segura, que si no se acierta en ella, todo se desajusta y se desatina"

Fragmento extraído de Rusia en verso y Prosa, edición de Antonio Pau

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