jueves, 24 de abril de 2014

El fundamento de toda dialéctica


Una clase rápida de por qué la gente normal no entiende los debates de Estado de la Nación, o a los políticos en cualquier de sus intervenciones.

A veces no es que estén alejados de la realidad, o que mientan descaradamente; es que a veces les importa, con perdón, un pepino, tener razón. Aquí de lo que se trata es de convencer. Parafraseando a un político que ha salido hoy en las noticias: después llegarán las elecciones y esos mismos pirómanos se harán pasar por bomberos, y así mientras quede bosque.


El fundamento de toda dialéctica


"En primer lugar, hay que considerar lo que es esencial en toda disputa, lo que realmente acontece en ella.

El adversario (o nosotros mismos, esto es igual) ha expuesto una tesis. Para refutarla hay dos modos y dos métodos.

1) Los modos a) ad rem, b) ad hominem, o ex concessis, es decir, nosotros demostramos que la tesis no es conforme con la naturaleza de las cosas, con la verdad objetiva absoluta, o que no concuerda con otras afirmaciones o admisiones del adversario, es decir, con la verdad subjetiva, relativa. Este último caso no es más que una prueba relativa y no entra en el fondo de la verdad objetiva.

2) Los métodos: a) Refutación directa, b) indirecta. La refutación directa ataca a la tesis en su fundamento base, la indirecta en sus consecuencias. La directa demuestra que la tesis no es verdadera, la indirecta que no puede ser verdadera.

   1. En la refutación directa podemos actuar de dos maneras. O demostramos que los fundamentos de su afirmación son falsos (nego majorem, minorem); o admitimos los fundamentos, pero negamos que de ellos se deduce la afirmación (nego consequentiam), es decir, atacamos la consecuencia, la forma de deducción.

   2. En la refutación indirecta, utilizaremos la apagoge o la instancia:

     a. Apagoge: asumimos la tesis del adversario como verdadera y después demostramos la consecuencia que se sigue si, combinándola con cualquier otra proposición aceptada como verdadera, la adoptamos como premisa para un silogismo del cual se deduce una conclusión obviamente falsa, bien porque contradice la naturaleza de las cosas, o bien porque se opone a otras afirmaciones del adversario mismo; por tanto, se revela como falsa ad rem o ad hominem (Sócrates, en Hipias mayor y otros textos). Por consiguiente, la tesis también era falsa, pues de premisas verdaderas pueden deducirse tan solo proposiciones verdaderas; aunque de premisas falsas no siempre se deducen conclusiones falsas.

     b. La instancia, exemplum in contrarium. Refutación de la tesis general mediante indicación directa de los casos particulares comprendidos en su enunciación a los cuales esta no se puede aplicar. Por tanto, la misma tesis general no puede menos de ser falsa.

Este es el armazón básico, el esqueleto de toda disputa; tenemos, por tanto, su osteología. En realidad, a esto se reduce básicamente todo disputar. Pero ello puede suceder realmente o solo en apariencia, fundado en razones auténticas o no auténticas y, como no es fácil en este punto establecer algo como seguro, resultan los debates tan largos y obstinados. Y no podemos separar tampoco lo aparente de lo verdadero, pues los mismos contendientes no lo saben de antemano. Por eso, expongo las estratagemas sin preocuparme por el hecho de si el contendiente objetivamente tiene razón o no. En realidad, esto no puede saberse con certeza y esta cuestión tan solo puede ser resuelta mediante el debate. Por lo demás, en toda disputa, y en toda argumentación en general, es necesario que los contendientes estén de acuerdo en alguna cosa que se toma como punto de partida para resolver la cuestión de que se trata: Contra negantem principia non est disputandum (Con quien niega los principios no se puede discutir)."


Extraído de El arte de tener razón expuesta en 38 estratagemas, por Arthur Schopenhauer.

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