miércoles, 30 de junio de 2010

Taxi

Quizás sea demasiado tarde, pero aquí estoy. Dispuesto a todo, dispuesto a nada por lo que sufrir y reír, contigo, al fin. Quedan apenas cuatro tallos malheridos después de un viaje de estrépito y desconcierto y tráfico irresoluble, pero he llegado. Si no quieres dejarte embriagar por los pétalos que ya no están, por sus engarces desarmados, por una tarjeta sin más significado que su dibujo, lo siento... la florista no tenía bolígrafo y el taxista no quería entender que llegaba demasiado tarde, como siempre, como hasta ahora... No estaba dispuesto a dejarme ir sin pagar pese a explicarle en lo que dura una contrarreloj uno a uno los platos rotos. Ahora, después de ver mi ojo derecho morado y mi cartera sempiternamente vacía, espero que, al menos, me des la oportunidad de escucharme. Aunque sólo sea por las espinas que aún me quedan, por lo que queda de las primaveras que no marchitan.

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